NOCHE BUENA
A MANUEL REINA
Vestidos con flamante terciopelo,
ya la suntuosa cena preparada,
forman los nietos la legión dorada
que ha de escoltar al linajudo abuelo.
Ni el más pequeño afán, ningún desvelo
perturba aquella dicha alborozada;
todo ríe en la espléndida morada,
nada el azul empaña de aquel cielo.
Reverso de este cuadro de ventura,
cerca de allí, la realidad impura
se ofrece con aspecto muy sombrío.
¡Ay! que a la luz de la mansión radiante
pide pan con acento suplicante
un huérfano infeliz yerto de frío.
Rafael Ochoa