LOS MOZOS
¡Qué terrones más fuertes los mozos, y qué solos,
haciéndose notar entre los surcos, sobresaliendo
tanto y tanto
del trágico nivel que la rastrilla
imperante y mandatoria de la senectud impuso!
¡Qué montones de polvo comprimido, irrompible
por cualquier azadón que no sea el del tiempo;
con el corazón roto por falta de lugar
carnal donde ponerle sin que se hiciera daño!
Ni todas las obradas de yermos pedregales,
Cuando sus uñas caven, negárseles podrán;
Yo sufro por sus dedos, débiles, que no hallan
Afirmación de hembra para su soledad.
Rafael Dedi