TIMBRE
Va a sonar un timbre.
La sala no espera celebraciones
a estas horas, ni ser recordado el día
entre los muchos candidatos
con más votos que los lunes.
Juega el ayer y el mañana
a robarle valor al instante,
a este soplo de presente, que abre paso
en las palabras, como un frágil rompehielos
de la inerme levedad.
Hay un miedo peligroso
a sucumbir en las miradas,
al desprecio y desperdicio de la anécdota
vacía, del periódico sin visos
de noticias conniventes con proyectos
de sonrisas, a los huecos
sin atisbo de alumbrar conversaciones
a estas horas.
Queda un plácido
un extraño, hambriento y lánguido minuto,
por delante,
para darle a la mañana
esencia y forma de esperanza concentrada
en el silencio dedicado a sujetar
las vibraciones de ese timbre
que aún no suena.
Norberto García Hernanz