ORACIONES SIN DISTANCIA
Bajaré pisando hierba
hasta las fuentes que discurren
por mi búsqueda insaciable
y en su seno,
cada tramo de mi piel
—abierta al cielo en las heridas—
lavaré gritando mudo.
Rodaré hasta los arroyos
mis trocitos de alma hueca,
para echarlos en la lánguida cadencia
de su prisa
y así ver cómo se mezclan las ausencias
con la arena y los guijarros de su curso.
Al pantano de mi duda,
en cada viento y cada lluvia
de este abril, ateo de risas,
llegaré mostrando inquieto
un renovado corazón
y fundaré, alcanzado mayo,
cualquier nueva religión
con los murmullos de las olas,
obteniendo en las tormentas
profecías redentoras
y prosélitos del lodo de los charcos,
que repitan oraciones sin distancia.
Luego iré siempre de viaje,
por las tardes del otoño,
proclamando las ventajas
de un paseo intrascendente
a cualquier parte.
Norberto García Hernanz