EPÍLOGO
¿Se ha desvanecido la visión? ¿se produjo el milagro de la paz, el saber y la belleza florecientes en un mundo desgarrado por la intolerancia? ¿existieron el palacio prodigioso, la gacela moribunda, las máscaras danzantes de mundos opuestos y entrecruzados? ¿llegaron a encenderse sin temor las luces de Januká y de Peisaj en las inmediaciones del Sagrario? ¿convocaron a la alegría tres inicios de año diferentes? ¿hubo alguna vez una fuente encantada? ¿se escuchó su dolorosa voz? ¿fascinaron las hijas del mar hace siglos a los navegantes? ¿arrancó un amor desesperado los gemidos de una hermosa tras las celosías? Sólo podrían responder los viejos testigos de Sefarad y Al-Andalus: sus construcciones. Y ellas, que conocen toda la verdad, que saben que fueron ciertos cada imagen, cada escena, cada palabra, se limitan a preguntar a su vez: ¿presientes el destino, tu destino?
Lourdes Rensoli