EL DESPERTAR
Palidece mi alma
ante el reflejo de una
verdad oculta,
y que al fin intuyo con
temblorosa claridad.
No puedo volver a echar
la vista a un lado,
lo siento
en la ardorosa presión de mis ojos,
en la sequedad de mi boca,
en la inquietud de mis entrañas.
Siento que despierto
con gran vértigo
tras este sueño
de poetas ciegos
y mudos.
Me despierto, solo,
entre sábanas alborotadas,
empapadas en sudor y lágrimas.
El siguiente paso es tuyo.
Si no, mío.
F. Javier Gil Segura