SOLEDAD POSTRERA
Sentada a la ventana, dirás en el otoño:
«El amor nunca vino llamando hasta mi puerta,
ni frecuentó mi casa, ni mi esperanza muerta
alegró con la muestra de algún débil retoño».
Irás hasta el espejo para buscar un moño
que adorne tu cabeza ya de nieves cubierta,
y dirás contemplando tu alcoba ya desierta;
«¡Qué amarga soledad, ésta en que me emponzoño!
Yo estaré ya muy lejos y no veré tu cara,
tal vez también me queje de alguna cosa vana
y desdeñe la vida que nada me depara.
Ignorarás por siempre que yo ante tu ventana
por ver la transparencia de tu figura clara;
ebrio de amor y versos pasaba la mañana.
Humberto C. Garza