HABRÉ DE VOLAR DE MADRUGADA
Habré de volar de madrugada
cuando en sueño azul mi mente flote,
y tendré reposo cuando brote
un ribete de perdón en tu mirada.
Pues es la vida dura y despiadada:
Desprecia al poeta como al torpe
y evidencia marcas con su azote
intenso en la pupila desgarrada.
Aunque oponga valeroso resistencia
hasta extinguir mis municiones,
sé que perderé al fin la batalla.
No quedará cargo en tu conciencia,
barrerás con todos mis millones...
¡Dicen que la casa siempre gana!
Ernesto Borge