FUIMOS UNA SOLA ALMA
Fuimos una sola alma
cuando tu vientre travieso
rebozó mis sentidos
con mi palmo en tu espalda.
Y fuimos un sólo ser
al ver nuestros cuerpos
en un beso divino
hasta el amanecer.
Aquella noche sublime
entre brumas frescas,
fue tu risa mi risa
y mía tu inocencia...
Y fue mío el laúd
que robara las notas
y gemidos gloriosos
de tu boca de tul.
Y hoy es mía tu vida...
yo soy tuyo mi amor;
lo juramos al cielo:
¡Hasta el ataúd!
Ernesto Borge