XIV
AIRE
Expiró...
Lucas XXIII, 46.
Las brisas que hoy sobre las mieses ruedan
enfusándoles sol a nuestros panes,
las que funden las nieves de las cumbres
y en el follaje de la selva mecen
sueños de soledad, y las que entonan
canción de cuna sobre el mar redondo
a la tierra que abrasan con sus olas,
suspiros fueron con tu pecho amante
y de sus faldas tus palabras vivas
rompieron a volar como de un nido.
Tú, la Palabra, sin el aire, muda.
Entraban de rondón en tus pulmones
como en su propio hogar, y recogiendo
el vapor de tu sangre, se lo daban
en rocío a las flores campesinas.
La última oleada de tu pecho rosa
rompió en fría quietud, ¡y se quedaron
sin aire tus pulmones; tu respiro
lo sorbió el de tu Padre: arroyo al mar!
Miguel de Unamuno