VIII
MIGUEL
Con alas tenebrosas las tinieblas Daniel X, 13; Apocalipsis XII, 7; etc.
los buitres infernales percudían
del cadáver al husmo, y sus chillidos
rasgaban el silencio; mas flamígera
la espada de Miguel, la que la puerta
guardó del paraíso, derramando
rayos hacía escudo en torno tuyo,
a esos demonios espantando. Lívido,
y sus sierras de dientes por la envidia
castañeteando con furor inválido,
tentador Satanás, que es el caótico
Archidragón, espurriando baba
y bufando blasfemias y mentiras
contra Ti, la razón que el caos derrite,
de tu sangre a las raíces aterrábase;
¡y Tú, el Hombre a Dios enarbolado,
con el pie de tu cruz el cerviguillo, Génesis III, 15.
le quebrantabas siempre triunfador!
Miguel de Unamuno