XXIV
QUERUBÍN - LIBRO
Águila el Hombre, Tú, León y Toro; Ezequiel X, 14.
la Esfinge, el Querubín de nuestro sino.
Y nosotros, mortales miserables,
tan sólo descifrando tus parabolas
vivir podemos el amor. Porque eres
el libro eterno de los cinco sellos
arrollado a la cruz, que como tórculo
imprime en él letras de sangre, de hojas
de pergamino nítido arrancado
de los redaños de tu entraña, y donde
no lee más que el amor. Es tu blancura,
con enigmas sangrientos salpicada,
para la vana ciencia de este mundo
fuente tan sólo de ceguera incrédula,
y tropiezo tu cruz, leño de escándalo.
Nadie en el cielo ni en la tierra pudo Apoc. V, 3.
ni bajo ella abrir el libro: sólo
puede el amor con roja sangre abrirlo.
Sólo el amor las cinco llaves puede
manejar, que descifran su blancura.
Como un libro arrollado abrióse el cielo
al morir Tú en la cruz, libro de carne,
y la Palabra que creó nos dijo:
«Toma ese libro y cómelo; si acerbo
para tu vientre, te será en la boca
miel y dulzura». Y eres Tú ese libro.
¡El libre es vivo, es Maestro, y con su muerte
da la lección que ha impreso con su sangre,
no lección de palabras que hincha el viento,
sino de vida eterna alta lección!
Miguel de Unamuno