CXXII
NON SERVIAM!
Vive la liberté!
Cualquier esclavo.
«¡No serviré!», gritó no bien naciera
una conciencia de sí misma, lumbre
de las tinieblas del no ser; la cumbre
del cielo tenebroso ardió en la hoguera
del conocer fatal; toda la esfera
en su seno sintió la reciedumbre
de haber sido creada, pesadumbre
de la nada, su madre, y a la fiera
voz de reto los mundos en sus gonces
rechinaron de espanto, y ese grito
perdura sin cesar en las edades;
y esclavos los mortales desde entonces
cantan, puesta la vista al infinito,
sombras de libertad, las libertades.
Salamanca, 9-I-1911.
Miguel de Unamuno