CIV
EN LA CALLEJA
Media noche. La luna a la calleja
enjalbega. La tapia de un convento
de una vera. Sobre ella, monumento
de soledá, un ciprés lanza a una reja
su sombra, en la que envuelta una pareja
consumiéndose. El mozo está sediento
y ella siente en los hierros el violento
batir del corazón. Cruza una queja
alada el aire y quiebra el embeleso
de los amantes. Vuela en roto giro
un murciélago. «¡No, me tienes preso!»
«¡Pues bien, adiós, mi dios, ya me retiro!»
Rompe el silencio un redoblado beso;
luego unos pasos lentos y un suspiro.
Salamanca, noche 24-25 XI 1910.
Miguel de Unamuno