XCIV
EL FRACASO DE LA VIDA
Cuando el alma recuerda la esperanza
de que nutrió su juventud comprende
que la vida es engaño y luego emprende
soñar que fue lo que no fuera; avanza
así con sus ensueños, mas no alcanza
lo que esperó; soñando se defiende
y llega al fin Aquella que nos prende
con el lazo de la última membranza.
Para ver la verdad no hay mejor lumbre
que la lumbre que sube del ocaso,
y que luego el verdor trueca en herrumbre;
lanzadera fatal urde el acaso
de la vida en la trama la costumbre;
toda vida a la postre es un fracaso.
De Astorga a Zamora, 9-XI-1910.
Miguel de Unamuno