LIV
BARATEROS DE LA GRACIA
Departían así en el refectorio:
—Más negro cada vez es el bodigo...
—Parece de bellota de quejigo...
—¡A qué ha venido a dar el ofertorio!
—Es decreto de Dios y bien notorio;
por andarlo buscando de trastrigo,
a la gula nos manda este castigo.
—¡Debe de estar en quiebra el Purgatorio!
—Y la Iglesia, por tanto, ya en naufragio!...
—Es la fe cada día más reacia...
—Inútil es cantemos el trisagio
porque en tiempos de impía democracia
la grey, acostumbrada ya al sufragio,
no sufre barateros de la gracia.
Salamanca, 3-X-1910.
Miguel de Unamuno