XXXII
AL TORMES
Desde Gredos, espalda de Castilla,
rodando, Tormes, sobre tu dehesa,
pasas brezando el sueño de Teresa
junto a Alba la ducal dormida villa.
De La Flecha gozándote en la orilla
un punto te detienes en la presa
que el soto de Fray Luis cantando besa
y con tu canto animas al que trilla.
De Salamanca, cristalino espejo,
retratas luego sus doradas torres,
pasas solemne bajo el puente viejo
de los romanos y el hortal recorres
que Meléndez cantara. Tu consejo
no de mi pecho, Tormes mío, borres.
Salamanca, 24-IX-1910.
Miguel de Unamuno