XVII
LA LEY DE LA GRAVEDAD
Se van los años cada vez más breves,
con rosas primavera, con los trigos
el verano, el otoño con los higos
y el negro invierno con las blancas nieves.
Según hacia tu ocaso más te mueves
más raudos van, de tu vivir testigos
que te arrancan, cual fieros enemigos,
al reposo. Si allá en las horas leves
de mocedad marchaban en tortuga,
hoy descubres la ley que nos aflige
de gravedad, a tu primer arruga;
más cerca de la tierra se te exige
que corras más, y no queda otra fuga
que ir a parar donde el destino fije.
Bilbao, IX-1910.
Miguel de Unamuno