III
¡FELIX CULPA!
De fruta henchido el árbol de la vida
yérguese enfrente al árbol de la ciencia
lleno de flores de aromosa esencia
por Dios a nuestros padres prohibida.
Mas el provecho por el goce olvida
la mujer, y abusando de inocencia
al hombre da —¡feliz desobediencia!—
flor de saber que a más saber convida.
Desde entonces el pago del tributo
de nuestra muerte es de la vida el quicio;
envuelta el alma en el cristiano luto
rendimos a desgana el sacrificio
de la virtud para coger su fruto,
¡mientras florece perfumado el vicio!
Bilbao, IX-1910.
Miguel de Unamuno