NOCTURNO
Alta noche. Silencio. Soledad. Por la acera
como un fantasma cruzo con medrosas pisadas;
llovizna de noviembre, calles abandonadas,
pitos de los serenos en la sombra agorera.
No me conturba el alma ni el recuerdo siquiera;
ni inquietudes presentes, ni congojas pasadas;
sólo siento el fastidio de las vidas cansadas
y el desdén indolente del que ya nada espera.
De tal modo lo triste de la noche se aduna
al mortal desamparo de mi vida, que siento
que mi vida y la noche se fundieron en una.
Rompe el cantar de un gallo vigilante el mutismo,
y yo, como si huyera de otro ser, alimento
la ansiedad torturante de escapar de mí mismo.
Miguel Rasch Isla