Preámbulo
LA HOJA DE PARRA
Con gesto audaz, mi inspiración de artista,
el artificio encubridor arranca,
porque en la carne, testadora y blanca,
puedan los hombres extasiar la vista.
El arte de su libérrima conquista,
maldeice la hoja de la vid, carlanca
ceñida al sexo de la Venus Manca
por el falso rigor del moralista.
Consumemos ¡oh bardos! la proeza
de consagrar omnipotente y libre
la santa desnudez de la belleza.
Y siempre que pretenda mancillarla
velo falaz, que en nuestros brazos vibre
el ímpetu viril de desnudarla.
Miguel Rasch Isla