ADIOSES
DESPEDIDA
Cuando a un ayer..., ¡ayer!..., enajenado,
reposaba en mi pecho tu cabeza,
y mirando tus ojos, extasiado,
olvidaba en tu labio nacarado
con besos y sonrisas mi tristeza;
¿cómo entonces pensar que llegaría
esta hora de dolor, negra, sin nombre,
que del alma las fuentes abriría,
y en lágrimas, de hiel, lágrimas de hombre,
tu frente inmaculada bañaría...?
Ayer... Ayer, bañaban los amores
tu semblante con púdicos sonrojos;
hoy... ya borran tan plácidos colores
la mortal palidez de los dolores
y el llanto inagotable de tus ojos.
Es muy breve la vida pasajera
para que con mi amor todo te ame;
mas en la eternidad mi alma te espera...
Dame el último adiós..., tus labios dame...,
y acuérdate de mí, cuando me muera...!
Si en este instante de supremo duelo,
si en esta inolvidable despedida
una gota cupiera de consuelo,
la tendría para llenar mi vida:
un beso y una lágrima... ¡Hasta el cielo!
Manuel María Flores