A LA MUERTE DE RAQUEL
Llora Jacob de su Raquel querida
la hermosura marchita en fin temprano,
que cortó poderosa y fuerte mano
del árbol engañoso de la vida.
Ve la purpúrea rosa convertida
en cárdeno color, en polvo vano,
y la gala del cuerpo más lozano
postrada a tierra, a tierra reducida.
«¡Ay —dice— gozo incierto! ¡gloria vana!
¡mentido gusto!, ¡estado nunca fijo!,
¿quién fía en tu verdor inconstante?
»Pues cuando más robusta y más lozana,
un bien que me costó tiempo prolijo,
me lo quitó la muerte en un instante».
Miguel de Barrios