LA LLEGADA DE PIZARRO
I
—«Vuela, oh Pontífice, al templo,
y de dones colma el ara;
que los chasquis hoy anuncian
infortunios y desgracias.
»Hombres potentes y blancos,
de crecida, espesa barba,
mi real dominio invaden,
por estrago y muerte avanzan.
»Al Sol fecundo y eterno
sacrifica un negro llama:
adivina lo futuro
en las sangrientas entrañas...»
Al Supremo Sacerdote
dijo a solas Atahualpa,
con el terror en el pecho,
sin la color en la cara.
II
Eleva el Cuzco su templo;
deslumbra allí las miradas
gigantesco Sol de oro
Taraceado de esmeraldas;
Allí, del Sol no distante,
en pacífica morada,
benignos rayos refleja
Hermosa Luna de plata;
Allí, cual seres con vida,
los ya difuntos monarcas,
con las regias vestiduras,
en sillas de oro descansan...
Pisa el templo el Sacerdote,
y absorto queda y sin habla:
ve dos lágrimas de sangre
en la faz de Huayna-Cápac.
Manuel González Prada