LA CENA DE ATAHUALPA
I
Es la noche pavorosa
que ve al imperio de Manco
desplomarse en la celada
del astuto Castellano.
Suena el ronco clamoreo
de enfurecidos soldados,
y restallan arcabuces,
y retumban fieros tajos.
Bajo el filo de la espada,
a los pies de los caballos,
agonizan y sucumben
niños, mujeres y ancianos.
No hay compasión en las almas,
en el herir no hay descanso;
es el eco un ay de muerte,
Cajamarca un rojo lago.
II
Cual amigo con amigo
atahualpa con Pizarro,
departen, cenan y beben,
sorbo a sorbo, lado a lado.
—«Gusta el vino de Castilla,
noble Monarca peruano;
bebe un licor más sabroso
que tu néctar celebrado».
Refrena el Inca la rabia,
y devora el hondo vaso,
y, murmura en sí, volviendo
afable rostro a Pizarro:
—«Licor más puro y sabroso
beberé muy pronto acaso:
la sangre vil de extranjeros
en la copa de tu cráneo».
Manuel González Prada