RONDEL
Oh mis Rondeles, emprended el vuelo:
dejad la muda sombra de mi estancia;
y palpitando en suave resonancia,
pedid su rósea claridad al cielo,
su voz al ave, al lirio su fragancia.
Huyendo de la pompa y la grandeza,
sin mendigar aplausos ni laureles,
llamad a la mansión de la tristeza,
oh mis Rondeles.
¡Felices de vosotros, si mi Amada
os da su noble pecho de morada,
sin sueña con mi amor al repetiros,
si al fiel reclamo de los versos fieles
responde con la voz de los suspiros,
oh mis rondeles!
Manuel González Prada