HOMBRE FELIZ
No bien las nueve anuncia el campanario,
al templo va sin darse mucha prisa,
dice trotona, simoníaca misa
y absuelve a dos beatas de rosario.
Como a las once almuerza, y coge el diario;
sin alterar la plácida sonrisa,
defunciones y crímenes revisa;
Duerme la siesta, rumia su breviario.
Come a las siete, ríe con la bronca
de ahijados y sobrinos, juega damas,
cena y en dulce compañía ronca.
Que es su existencia vegetar de día,
dormir al calorcito de las armas
y morir de una buena apoplejía.
Manuel González Prada