ESPENSERINA
¡Cómo rebosas de mi pecho, vibras
y de entusiasmo juvenil te inflamas,
oh Corazón! En tus ocultas fibras
siento un volcán de inextinguibles llamas.
Tú que hoy suspiras, devaneas y amas,
fuiste a mis ojos leño carcomido,
pobre ciprés sin hojas y sin ramas.
Oh Corazón a delirar nacido,
no estabas muerto: estabas sólo adormecido.
Manuel González Prada