EL CAMPO REMEDIO DEL AMOR
De Ovidio
El campo deleitoso y su cultivo
Brinda también a quien de amor padece,
Remedio cierto o blando lenitivo.
Ya el cuello el fuerte toro al yugo ofrece
Porque, a tu impulso, el diente del arado
La tierra dura a remover empiece.
Ya el haza removiste: de buen grado
Ora al revuelto sulco el grano entrega
Que luego cogerás multiplicado.
Mira el huerto feraz, la rica vega;
Contempla cómo la cargada rama
Al peso de sus frutos se doblega.
Ya a los riscos la cabra se encarama,
Ya da a la prole hambrienta la ubre llena,
Muerde la oveja la menuda grama.
Oye con qué rumor tan blando suena
Desatando el raudal; con qué sentido
Tono el pastor su caramillo estrena.
Acá su resental con gran bramido
La madre llama; al ímpetu del viento
Allá el bosque susurra conmovido.
¡Y qué, cuando con sordo movimiento
Enjambre zumbador del humo insano
Huye, buscando favorable asiento!
Pomas otoño, espigas da el verano,
Flores la primavera; alegre fuego
El rigor templa del invierno cano.
En precisa estación coge el labriego
Las uvas que purpúreas ven los ojos,
Y el mosto en el lagar desata luego.
En precisa estación ata en manojos
La mies, y barre con rastrillo abierto
De cegada campiña los despojos.
Poner podrás tú mismo en fresco huerto
El pino, y el raudal que se derrama
Unido encaminar por cauce cierto,
O en sazón maridar rama con rama
Por ver el árbol que con otro enlaces
Ornado con los frutos que derama.
Cuando en estas labores te solaces,
Huyendo amor del pecho en que hizo nido,
Débil las alas batirá fugaces
Y le verás en aire convertido.
Miguel Antonio Caro