LAS FATALES
Las tres hermanas de negro
se empiezan a marchitar
al soplo de una desgracia
que no se han dicho jamás.
De negro se visten siempre,
tal vez porque sentará
a su cabello castaño
y a su esbeltez natural;
pero en el mudo designio
de aquella fidelidad
un vago pavor de duelo
parece a ratos flotar.
Cada una calla, aunque sabe
con certidumbre total,
que cuando venga el amado
las tres juntas lo han de amar.
Cada una sabe, aunque calla
como un secreto mortal,
que si una alcanza la dicha
las otras dos morirán.
Pero bien comprenden todas
que, si un día ha de llegar,
cada una querrá alcanzarla
con inexorable afán.
La dicha, en tanto, no llega
acaso no venga ya…
El amado que esperaban
era una sombra quizá.
Mas, en el luto que llevan
sin querérselo explicar,
pasa la sombra del crimen
que nunca cometerán.
Leopoldo Lugones