EL TRONCO MUERTO
Su tumbada grandeza arropa el blando
Caer de la hojarasca; al flanco oblongo,
Tenebrosa humedad va fomentando
Llagas de liquen y carnazas de hongo.
Una agreste quietud de nuevo mundo
Se afianza en su rugosa corpulencia;
Y con ser el silencio tan profundo,
Da la impresión de una reciente ausencia.
De algún rudo muñón sangra el tanino.
Acre aroma de monte en torno brota.
Y allá muy alto, boga en un divino
Golfo de azul la inmensidad remota.
Leopoldo Lugones