III
Detrás de una mirada duermen todas las ciudades que desaparecieron. Están tendidas, con una respiración casi imperceptible, en un claro del bosque, años arriba, atravesando la juventud y la adolescencia, la infancia y los recuerdos heredados, esos que existen como fotografías de un tiempo que pasó sin nosotros. Duermen con el rostro sereno, las mejillas sonrosadas, el traje limpio. Al abrirla última puerta de la galería, el aire es denso, el silencio tiene fiebre, hay una extraña calma con sabor a espera. Las ciudades de tu propio pasado están tendidas como bellas durmientes, y basta que te inclines sobre ellas y beses sus labios para que se levanten de nuevo a la vida, para que te abracen y se pongan a bailar contigo siguiendo una música que alguna vez sonó y que vive porque tú vives, detrás de todo, al otro lado de tus ojos.
Luis García Montero