EL OTOÑO
5
Se alargan los crepúsculos,
los senderos, el viento.
No hace falta nombrarle.
Por un lado, aprendemos
a olvidar, y por otro
somos como los niños
aunque tanta experiencia
sin querer nos ha hecho
un poco menos tristes).
No estamos embriagados.
(Debiéramos estarlo?)
No decimos blasfemias.
(Debiéramos decirlas?)
Y la Muerte? Su heroica
figura nos convence,
nos lleva de la mano...
pero sabemos poco
de morir, y salimos
de las estrellas falsas.
Dentro, había una sombra
buena, había una esposa
y un hijo que se espera
tal vez, y se le espera
dibujando, cosiendo,
cuando avanza el otoño.
No hace falta nombrarle
tampoco.
Envejecemos,
somos como los niños:
los niños solitarios
viajando junto al fuego
tardes, noches enteras
de amor envejecido.
(Y morir es lo último
de todo).
Estamos vivos
locamente abrazados
en la vida y el sueño
(aunque haya tanta muerte
contagiosa en el mundo).
Luis Felipe Vivanco