AFRODITA
Vago rumor se extiende en las riberas
de la ondulante soledad callada,
donde, su sueño prolífero, la nada
incuba la legión de sus quimeras.
Tritones, hepocampos y legeras
náyades, surcan la estensión sagrada,
y, por conjuro mágico evocada,
vibran su voz las sirtes plañideras.
Como en sonante caracol mrino,
se oye del ponto en las entrañas hondas
un misterioso acorde sibilino:
Y en la caricia de sus trenzas blondas,
relampagueante el óvalo divino,
surge Afrodita de las glaucas ondas...
Leopoldo Díaz