IX
(EL BALCÓN. MANET)
Miras el tiempo silencioso
en el balcón. Un tiempo extraño
que se desliza vagamente
como una sombra entre las manos.
En un verdor remoto deja
fija la vida, el sueño estático
entre los cauces inviolables
y geométricos del marco.
El tiempo vuelve entre tus ojos
y estos ojos paralizados
que nos contemplan mudamente
desde el balcón remoto y alto.
¿Qué sueño antiguo ha detenido
la luz en estos rostros claros,
en estas dulces armoniosas
figuras, estos trajes blancos?
Mueves estampas, libros. Vuelves
los ojos otra vez al cuadro.
Álbumes, páginas, revistas,
viejas carpetas de grabados,
cajas, recuerdos, libros. Vuelves
los ojos otra vez al cuadro.
¿Quién nos contempla? ¿Qué transita
bajo este verde balcón, bajo
estas pupilas como luces
que nos están iluminando?
¿Qué tiempo miras? ¿Qué recuerdos
suben del pozo de los años,
desde las algas de este fondo
donde reviven sueños, rastros?
Todo desfila, de repente,
bajo este verde balcón, bajo
estas pupilas, Ilusiones,
desesperanza, amor, fracasos,
ahora remotas alegrías,
ahora infantiles, breves llantos,
ahora la sombra de la madre,
niños nos vemos ahora, acaso.
Rápidamente retrocede
la vida, el tiempo remontamos
bajo la luz de estas pupilas
en el balcón remoto y alto.
Nos encontramos, de repente,
con una edad que no pasamos,
que se nos viene sin haberla
vivido nunca ahora a las manos,
que se nos echa sobre el alma
tierra que nunca hemos pisado,
y que nos suena en el recuerdo
la palabra que nunca hablamos.
El hondo tiempo transcurrido
nos regresa, nos hace extraños.
Nos sobrecoge. Todo suena
como a un otoño inacabado.
¿Seguiremos? ¿Hay otro tiempo
hacia la vida aún esperándonos?
Y nos miramos. Y volvemos
los ojos otra vez al cuadro.
Leopoldo de Luis