SONETO CXXXI
El día que nací muera y perezca,
No lo quiera jamás el tiempo dar,
No torne más al mundo, y, de tornar,
Eclipse en ese acto el Sol padezca.
Que la luz le falte, el Sol se le oscurezca,
Muestre el mundo señales de acabarse,
Monstruos, sangre lluvia o aire, názcanle,
Que la madre al propio hijo no conozca.
Las personas pasmadas, de ignorantes,
Las lágrimas en el rostro, la coloración ida,
Reparen que el mundo ya se destruyó.
¡Oh gente temerosa, no te espantes,
Que este día echó al mundo la vida
Más desgraciada que jamás se vio!
Luís de Camões
Traducción de José Carlos de Nóbrega