LA FLOR DE LA MARAVILLA
La hermosísima pastora
De la vecina majada,
Tan gentil y encantadora,
Dicen que está enamorada.
Y ello es tanto
Que ya su faz palidece,
O el encanto
De paz en su frente brilla...
¡Ay!... la pastora parece
La flor de la maravilla.
Cuando despierta la aurora,
Alegre respira y canta,
Mas triste suspira y llora
Si la tarde se adelanta.
¿Quién la llena
Ya de placer y de encanto,
Ya de pena?
Pastora blanca y sencilla...
¡Cuánto te parece, cuánto,
La flor de la maravilla!
Todas las flores la miran,
Porque inocentes la adoran;
Y si ella canta, suspiran;
Pero cuando llora, lloran.
Y mirando,
Ya palidez, ya colores,
Ir pasando
Por su cándida mejilla,
Llámanla todas las flores
La flor de la maravilla.
Hoy al espirar el día,
Por entre las flores bellas
Pasó, y alegre venía;
Mas no se detuvo en ellas.
Y una rosa,
De cien claveles amada
Por lo hermosa
Exclamó con fe sencilla:
—«¿Sabéis?... Está enamorada
La flor de la maravilla».
Octubre, 1849
José Selgas y Carrasco