LA LISONJERA
Las auras leves,
En vuelo blando,
Van suspirando
De flor en flor.
—«¡Quién lo diría!
¡Quién lo creyera!
La lisonjera
Muere de amor:
»Sus mansas hojas
Rico tesoro
De lila y oro,
Mustias están.
»Dobla la frente,
Trémula gira,
Triste suspira,
Hondo es su afán.
»Ella que en prendas
De sus amores
Entre favores
Puso el desdén;
»Ella que ha visto
Tantos amantes,
Sin que inconstantes
Penas le den.
»La bulliciosa,
Del amor dueña,
La flor risueña,
La alegre flor;
»La que prestaba
Su amor a un ruego:
Su amor... y luego
Su desamor.
»La que al arroyo
Que la servía
Amor mentía
Harto cruel.
»Por quien un nardo
Tuvo desvelos,
Y amargos celos
Lloró un clavel.
»La flor ingrata,
La flor hermosa,
La veleidosa,
Ahora mirad.
»Ningún consuelo
Su afán mitiga;
Amor castiga
Su veleidad.
»Esos suspiros
Tristes y lentos,
Son los lamentos
De su dolor.
»Oídme, flores,
¡Quién lo creyera!
La lisonjera
Muere de amor».
Octubre, 1849
José Selgas y Carrasco