DIÁSPORA
La tienda de La Habana está en el polvo,
en el polvo está el dril importado de Irlanda,
y mi padre, judío polvoriento,
regresa día a día con el pan de centeno bajo el brazo.
Regresa día a día, siempre idéntico,
ojos oblicuos de casimir rayado,
no parece un capitán sacudiendo las retinas,
regresa a casa, parece un cráter áspero y alegre.
Viene papá y almorzamos mirando las molduras del techo,
jamás vi entrar el agua, no veo un pez ni una maceta,
mi madre vuelve a pulir la talla de los muebles, cambia las sábanas del jueves,
no hemos visto una flor en todos los dormitorios de la casa.
Todas las tiendas de La Habana se han cerrado,
los obreros se han puesto a desfilar enardecidos,
y mi padre, judío polvoriento,
carga de nuevo las arcas de la ley cuando sale de Cuba.
José Kozer