SOLEDAD EN LA MUERTE
Hay que morir sin compañía...
Esposa mía y compañera:
tuya es mi vida toda entera,
¡pero mi muerte es sólo mía!
Toda la gracia del vivir
te di con mano generosa:
pero el cogollo de la rosa
no lo podemos compartir.
Tienes la vida y la verdad
del compañero y del amigo.
Pero aquel día... ¡yo conmigo
en mi infinita soledad!
Dos almas tienen sólo un Dios
y dos estrellas sólo un cielo.
Dos vidas viven un anhelo
¡pero no hay muertes para dos!
Por esa puerta no entrarás.
En esa senda no serás
ya mi consuelo y mi maestra.
Toda mi vida ha sido nuestra.
¡Mi muerte es mía, nada más!
José María Pemán
Tomado de Obras completas. Ed. Escelicer. Madrid. 1947.