AB OVO
Para María Engracia Sigüenza
Miras el cielo y sientes tu insignificancia
en esta galaxia tan insignificante
en la inmensidad del universo.
Preguntas el porqué de tanta grandeza y cómo
siendo esta inconcebible, no ha aplazado
sus ansias de crecimiento y sigue expandiéndose
hacia la nada o el eterno retorno.
Tú, tan solo un átomo entre tanta vastedad,
interrogas al creador
que se esconde en la maravilla de su creación,
y en vano preguntas, pues el oráculo calla.
Tú has nacido en un abismo entre soles
para nombrar
aquello que no es si no es percibido.
Hay un dios en tu mirada
y en tu voz cuando en medio
de lo infinito y de lo infinitesimal miras
y nombras la imposibilidad de aquello que es
en la oceánica bravura
o en la oscura quietud.
Tenemos el poder de nombrar el mundo que nace
y muere con violencia,
pues el universo no sabe
que sabe, y durante
miles de millones de años creció
buscando la mirada
de nuestros ojos
e invocó el apetito visionario
que llamamos existencia para existir
él con nosotros,
porque no es aquello que no vemos ni nombramos.
José Luis Zerón Huguet