LA HORA DE LA CULEBRA
Como las lágrimas de una madre ante
el cadáver de su hijo en la morgue,
como el exiliado ante la tierra prometida,
como el mendigo que remueve
los cubos de basura
con mecánica precisión,
como las colas tristes
del paro, como la multitud ciega de espanto,
huyendo de los bombardeos,
como el osario olvidado en una cuneta,
así es mi rezo
sacrílego a la nada,
la oración de quien quiere
creer bajo las bóvedas de un mundo
que se desmorona dócilmente,
la plegaria de quien
no es capaz de encontrar respuestas
que cieguen los ojos de la derrota.
José Luis Zerón Huguet