PAUSA
Mimbre del aire, azahar del mediodía,
talle del sol con cinturón de oro,
plenitud de Febrero que devoro
en la última fruta del Estío.
Total olvido de la hora nona.
Un pequeño animal deglute y ríe.
En la bondad del aire sin corona
el llanto de la sangre se deslíe.
Y nada más... ¡Oh, nada más, ahora
que en este puente sin amor, del día
uniforme y tranquilo, me detengo
a morder un durazno que en la aurora
pintó mi ángel para el mediodía!
Lejos, la triste noche de que vengo.
Juana de Ibarbourou