POEMA
Vivo en la noche, Sirio desvelado
rasga la crespa ola de la nube
y con redondo ojo de querube
mira al amor de labio calcinado.
Tan mínimo el poema, tan precioso
en brillo, eternidad, pulso y latido,
que en el tierno minuto desmedido,
todo es tiempo medido por el gozo.
El efímero trazo que fulgura
en la cósmica sombra, quemadura
de dos almas, dos bocas y dos cantos,
enlaza a Sirio en su ascendente flama
y en la espiral del aire se derrama
un balsámico aliento de agapantos.
Juana de Ibarbourou