EN EL RÍO MAGDALENA
Fulge del río el agua plañidera;
y un roble ya decrépito y sombrío
que se está deshojando en la ribera
mira rodar sus hojas en el río.
¿Qué importa al roble aquel que Flora vuelva?
No reverdecerá... Seco y a solas,
aquel titán —despojo de la selva—,
seguirá deshojándose en las olas.
¡Oh, roble, hermano mío! Ribereños
somos de dos raudales que en su huida
arrastran: uno, llanto, el otro, leños...
Yo también, con el ánima rendida,
mirando estoy el polvo de mis sueños
rodar sobre las tumbas de la vida.
Julio Flórez