PERDURABLE
A su reja llegué de amores ciego
aquella noche blanca,
turbada la mirada, y en sus ojos
vi fulgurar el alba.
Escuchó con tristeza los gemidos
de mi pasión amarga,
me miró con ternura y embeleso
hasta el fondo del alma...
Taciturna y callada,
y en medio del silencio de la empresa,
se unieron en un ósculo de fuego
nuestras férvidas almas.
* * * * * * * * * * *
A su tumba llegué doliente y mudo,
con emoción extraña,
y arrodillado ante la cruz de hierro
murmuré una plegaria.
Llegó la noche y con su sombra densa
pavorosa y arcana,
invadió el triste asilo donde mora
aquella niña blanca.
Y en medio del reposo de las tumbas,
y en medio de la calma,
se oyó la vibración de nuestro beso
melancólica y larga.
Julio Flórez