APARICIÓN
En un lago de sangre sumergía
su faz el sol cuando tu breve planta
se detuvo en la pétrea gradería
que hacia el mar sus peldaños adelanta.
Allí quedaste bajo el cielo, como
una visión adivinizada y pura,
contemplándote estática en el cromo
del mar que reflejaba tu hermosura.
Tu traje hecho de blancas muselinas,
comprimiendo el volcán de tus antojos
modelaba tus formas venusinas.
Y ante el sol, lleno de celajes rojos,
vibraban como dos ondas marinas
las grandes esmeraldas de tus ojos.
Julio Flórez