AL LLEGAR A CUBA
Por cima de las olas amargas del Caribe
surge Cuba, la perla de más hermoso oriente,
que del mar es orgullo y es pasmo de la gente,
porque todos los dones del Hacedor recibe.
Entre blancas espumas y azules cielos vive
con sus palmeras altas y aromoso ambiente;
y es prolífica madre de corazón ardiente
que poetas y sabios y héroes pare y concibe.
¡Oh, Cuba! Si la sangre preciosa de tus venas
corrió por tus breñales y selvas y cortijos,
solo por verte libre de las manos ajenas,
dime, ¿por qué no cesan tus pesares prolijos?
¿Quiénes son los que han hecho que hoy arrastres cadenas
otra vez? ¡Que responda, que respondan tus hijos!
Vosotros los que acaso sin medir la profunda
vorágine en que iba la Patria a quedar presa,
disteis asilo al yanqui de condición aviesa
que en pensamientos vastos de rapiñas abunda.
Hoy que su férrea mano su garganta circunda
de la madre doliente, hoy que su planta pesa
sobre la carne pura de la que al fin ilesa
salió ayer quebrantando la española coyunda;
ya que veis las caninas hambres del león del Norte,
ya que vais comprendiendo vuestro cálculo iluso,
no más viles engaños vuestro empeño soporte;
y antes de que se imponga tan infamante abuso
uníos hoy por siempre, para que el mal aborte;
¿no estáis en vuestra casa? ¡Arrojad al intruso!
Julio Flórez