VII
Venció la fiera. El despotismo entonces
tronó, locuaz, contra la hazaña tuya;
y los templos cristianos con sus bronces:
«¡Aleluya!», cantaron, «¡Aleluya!»
Hirvió el champaña alrededor del solio
presidencial; aullaron: «¡Alegría!»
los dueños del manchado Capitolio:
¡Toda la iniquidad hecha jauría!
Los que, validos de la azul divisa,
sembrando de cadáveres las rutas,
su agosto hicieron sin pisar la liza.
Los que, para lograr su impuro anhelo,
sacrificaron treinta mil reclutas
tras de vender ¡oh, mengua! ¡el patrio suelo!
Julio Flórez