LV
De pie sobre la tumba de un suicida,
exclamé con voz ronca y dolorida:
—¡Cobarde! No mereces descansar...
¿No supiste vencer vanos dolores?—
Y hollé, rabioso, las fragantes flores
que allí mismo empezaban a brotar.
Eso fue ayer. Hoy triste y desolado,
y de vivir y de luchar cansado,
ya me parece, atónito, escuchar...
que alguien pisa mi tumba de ira loco,
y me grita: —¡Cobarde!— Tú tampoco,
tú tampoco mereces descansar!
Julio Flórez